Bilbao

Que todos los poemas ya se escribieron antes, que mis metáforas son de color asfalto, que la ciudad engulle a la poesía, que la guitarra  y el canto no suenan entre el tráfico.
Y las bicis molestan, y les niñes deben estarse quietes, callades. Y la gente bien seria se empuja en el metro, y mi estación se pasa porque me entretuve en la página 58 de un libro prestado. 
Desde mi ventana no veo montañas, ni árboles, ni mares.
He sembrado una higuera en el balcón, como si sirviera de algo. Escucho a pájaros que se marchan cuando abro. Y un diente de León crece salvaje, bien enraizado, esperando al viento.
Apenas llega el sol a este resquicio tapado por oscuros edificios, y el ruido de la calle me devuelve al mundano espacio del que formo parte, yo tan gris como el suelo que piso.