En invierno el alma está latente, pero dormida.
El corazón en ocasiones hiberna, se oculta en la maleza, como un cervatillo temeroso de los depredadores.
La mente a veces también hiberna, se toma largas temporadas de descanso, como una dionea dando tregua a los mosquitos.
La conciencia a veces también hiberna, se olvida del resto del planeta, como una ardilla inquieta pero con frío.
Antes de primavera… hay que salir del letargo…
un alma inquieta puede estar latente pero no muere nunca,un blog intimistay sincero
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