Este bebé, cuyas nanas,
trompetas de tanques y de aviones,
le quitaron el sueño,
no conoció a su
padre.
A este bebé le acunaron las bombas de
racimo.
Este bebé que no sabe de dioses,
de tierras ocupadas ni de olivos,
siente el frío peso de la muerte
sobre su espalda.
Sobre la espalda de su madre
que le
mece en su regazo,
y le riega de lágrimas el cuerpo.
Sobre su casa,
sin techo,
fruto de la
ira
de quien puede matar
y seguir durmiendo.
Este bebé
que no conoce el cielo abierto
y en cambio tiene
el corazón abierto
clamando
al cielo que pare esto.
Este bebé
que tiene el cuerpo masacrado
y aún no sabe hablar pero conoce
las palabras miedo,
desolación, tristeza, muerte.
Este bebé,
que lleva años muriendo
frente al mundo,
y el mundo,
el mundo ciego.
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