son risas

Esta impertinente necesidad de sonreír a veces en los momentos tristes, de vanalizar los problemas y sublimar la risa, ¿no es acaso una coraza?
Quizás lo sea, pero que mejor yelmo que uno que proteja de la fragilidad humana, de las miserias, injusticias, de las agresiones cotidianas que la vida no escatima en ofrecernos.
Hace escasos días un amigo caía desde un quinto. Caía por su propio peso y porque la sonrisa se había fugado con otro.
Es caprichosa la vida, pero la muerte es aún más caprichosa. Y nosotros, frágiles humanos, sucumbimos a esos caprichos impertinentes como si la vida nos fuese en ello. Pero antes de que la vida nos arrebate la última sonrisa y la muerte nos folle, antes de eso, compartan, roben, ofrezcan sonrisas, y una mano en el hombro a quien que haya perdido la suya.