La generación del desencanto

A la deriva en un mundo cansado de girar damos palos de ciego. Nos quejamos, por fin, pareciamos dormidas pero solo estábamos hibernando, y en mayo, como si nada renacemos.
Hay a gente a la que no le gusta, les molesta incluso. Pero seguimos. Algo por fín nos une, algo que no es producto de marketing, en este mundo plagado de compra-ventas, no nos vendemos.
Dicen que no seguimos nada concreto, que perdemos el tiempo.
Cierto, perdemos el tiempo, cada minuto que apoyamos un sistema que no funciona, en el que priman las cifras sobre las personas. Se pierde más que el tiempo, se pierde el capital humano, mucho más valioso que la bolsa, que las cuentas bancarias y los sillones del senado.
Somos esa generación desencantada cansada de dar besos a sapos y a princesas que no nos corresponden. De dar voces al aire sabiendo que nadie escucha.
Y por fin alzamos la voz al unísono, y aunque haya quien mire para otro lado, por mucho que tapen sus oidos, no dejarán de escucharnos.
¡¡Estamos vivas!! claman las voces en las plazas. Y no nos vamos.
Al poder le interesa la ingnorancia del pueblo. Pero esta masa que ya no es masa, sabe lo que se hace.
Y abrimos los ojos para mirar arriba críticamente y decir a los de arriba que por estar arriba no han de pisar a nadie.

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